martes, 18 de noviembre de 2014

Viajar en el tiempo.




El tiempo es la dimensión física que representa la sucesión de estados por los que pasa la materia ó en términos más prácticos; el tiempo sería un período determinado en el que sucede una acción o eventos.
Mientras más rápido nos movemos dentro de una distancia predeterminada, menor será el tiempo en recorrer esta distancia, en cambio si nos movemos más lento en esta misma distancia, mayor va a ser el tiempo que nos tome recorrerla.

Aparte de los eventos físicos a los que la velocidad se tiene que someter, para lograr que alguien viaje a través del tiempo, experimenté (dentro de este planeta) que el simple hecho de  viajar de un país a otro, es una manera viajar en el tiempo, no sólo porque algunos de ellos se encuentran tan distintos de otros y viviendo épocas diferentes, sino también por la diferencia horaria. Mientras en Ecuador son las 11: pm del lunes, en Argentina ya están viviendo la primera hora del martes.

Como ecuatoriana, viviendo plena época progresista de mi país (donde ya hace algunos años, todos nos hemos acostumbrado a utilizar sistemas automáticos y vernos rodeados de coberturas de antenas, con sus ondas electromagnéticas llegando hasta  el rincón menos habitado del país), al viajar a Bolivia, soy testigo de que aparte de la sabiduría y técnica que poseen en el tema Agropecuario, en algunos pueblos pequeños, todavía existe la confianza en la  palabra de la persona, el respeto por el espacio y pertenencias del vecino. Que  no es necesario trazar delimitaciones físicas para respetar la huerta o casa de una persona, ya que el simple hecho de que cualquier artículo se encuentre dentro del negocio o espacio de alguien, se sobreentiende que pertenece a esa persona y hay que respetarlo. Fue como encontrar un Ecuador de hace 12 años atrás, que en medio de tanta corrupción, todavía era indestructible el valor humano.
Aunque el progreso sea una palabra relativa, yo sí creo que hay cosas que no se deben perder a través del tiempo, como los códigos humanos de vida.

Luego de unos días, pasé del sur de Bolivia, al Norte argentino, donde la tecnología llega lejos, también encontré gente buena y no tan contaminada, como la de cualquier ciudad grande. Aún  así, la gente del campo es un poco distinta a la que me acostumbré a ver, la mayoría culta y orgullosa de su folklore y actividades campestres. 
En fin, cada país viviendo su propia época y yo viajando a través del tiempo a medida que los iba visitando.

                                            Lago Titicaca - Bolivia      
                                             ( Ph: Mari Vitallini)




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