El tiempo es
la dimensión física que representa la sucesión de estados por los que pasa la
materia ó en términos más prácticos; el tiempo sería un período determinado en
el que sucede una acción o eventos.
Mientras más
rápido nos movemos dentro de una distancia predeterminada, menor será el tiempo
en recorrer esta distancia, en cambio si nos movemos más lento en esta misma
distancia, mayor va a ser el tiempo que nos tome recorrerla.
Aparte de los
eventos físicos a los que la velocidad se tiene que someter, para lograr que
alguien viaje a través del tiempo, experimenté (dentro de este
planeta) que el simple hecho de viajar
de un país a otro, es una manera viajar en el tiempo, no sólo porque algunos de
ellos se encuentran tan distintos de otros y viviendo épocas diferentes, sino también
por la diferencia horaria. Mientras en Ecuador son las 11: pm del lunes, en
Argentina ya están viviendo la primera hora del martes.
Como
ecuatoriana, viviendo plena época progresista de mi país (donde ya hace algunos
años, todos nos hemos acostumbrado a utilizar sistemas automáticos y vernos
rodeados de coberturas de antenas, con sus ondas electromagnéticas llegando
hasta el rincón menos habitado del país), al viajar a Bolivia,
soy testigo de que aparte de la sabiduría y técnica que poseen en el tema
Agropecuario, en algunos pueblos pequeños, todavía existe la confianza en la palabra de la persona, el respeto por el
espacio y pertenencias del vecino. Que no es necesario trazar delimitaciones físicas
para respetar la huerta o casa de una persona, ya que el simple hecho de que
cualquier artículo se encuentre dentro del negocio o espacio de alguien, se
sobreentiende que pertenece a esa persona y hay que respetarlo. Fue como
encontrar un Ecuador de hace 12 años atrás, que en medio de tanta corrupción,
todavía era indestructible el valor humano.
Aunque el
progreso sea una palabra relativa, yo sí creo que hay cosas que no se deben
perder a través del tiempo, como los códigos
humanos de vida.
Luego de unos
días, pasé del sur de Bolivia, al Norte argentino, donde la tecnología llega
lejos, también encontré gente buena y no tan contaminada, como la de cualquier
ciudad grande. Aún así, la gente del
campo es un poco distinta a la que me acostumbré a ver, la mayoría culta y
orgullosa de su folklore y actividades campestres.
En fin, cada
país viviendo su propia época y yo viajando a través del tiempo a medida que
los iba visitando.
Lago Titicaca - Bolivia
( Ph: Mari Vitallini)
( Ph: Mari Vitallini)
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